August von Mackensen fue un gran mariscal de la primera guerra mundial que llegó a ser lo suficientemente longevo como para estar ahí cuando llegaron los nazis. Fue tibio con ellos, se dejó utilizar de florero y fue exhibido en esas interminables puestas en escena del Tercer Reich como símbolo del pasado militar germano. Los nazis sospecharon de su total adhesión al régimen, pero no se atrevieron a meterle mano a este venerable fósil viviente que había luchado hasta en la guerra franco-prusiana de 1870. En todo caso, no se puso nunca el uniforme nazi, ya retirado iba siempre con su viejo uniforme de húsar prusiano a posar donde hiciera falta para cualquier photocall nazi, pues sabía que nadie en ningún lugar del mundo ni de la Historia tiene o podrá tener un gorro más molón que el suyo, y quería que esto quedara muy claro. Vanitas, vanitatis.
Blog de Jacobo Bergareche 