
Ya están floreciendo los asfódelos blancos. Estas flores simbolizaban para los antiguos griegos un umbral entre este mundo y aquel al que las almas van cuando mueren. Están asociadas a Perséfone, esa viajera entre esos mundos, que las recogía cuando Hades la secuestra para llevársela a su reino subterráneo. Junto con los narcisos es de las flores que presagian la primavera, avisando de que bajo la tierra la vida está a punto de brotar. Homero menciona los Prados Asfódelos en la Odisea, es una región oscura y poco feliz del inframundo, a la que van las almas que no merecen los terribles castigos del Tártaro -la más abisal de las regiones del inframundo- o el premio de una eternidad en las amables regiones de los Campos Elíseos o las Islas Afortunadas. Es decir, los Prados Asfódelos son el destino de las almas mediocres, aunque a juzgar por los que en ellos residen (varios héroes de la Iliada), el concepto de mediocridad griego es mucho más severo que el nuestro, o quizás los Campos Elíseos sean sencillamente un club extraordinariamente selecto. El poeta William Carlos Williams, tiene un bello poema sobre los asfódelos, “Asphodel, that greeny flower”, donde se consuela pensando que en el infierno por lo menos hay flores también, aquellas que pueden mover a esas almas amnésicas a recordar algo de la belleza del mundo, o de aquello que con el regalo de una flor nos quisieron decir o quisimos decir. Aquí un fragmento del poema:
“Of asphodel, that greeny flower,
like a buttercup
upon its branching stem-
save that it’s green and wooden-
I come, my sweet,
to sing to you.
We lived long together
a life filled,
if you will,
with flowers. So that
I was cheered
when I came first to know
that there were flowers also
in hell
Today
I’m filled with the fading memory of those flowers
that we both loved,
even to this poor
colorless thing-
I saw it
when I was a child-
little prized among the living
but the dead see,
asking among themselves:
What do I remember
that was shaped
as this thing is shaped?”