
En el cuadro de Guercino, que es anterior a los de Poussin y bastante más explícito, dos inocentes pastores de la Arcadia –territorio bucólico de habitantes tan despreocupadamente felices que ni siquiera saben que lo son– se encuentran con una calavera y bajo esta, la inscripción Et in Arcadia Ego. Hay discusiones sobre la traducción, pero se puede convenir que dice algo así como: “y yo [la muerte] también estoy en la Arcadia.”

Este tópico siempre me ha fascinado, la intrusión de la muerte en un locus amoenus, en ese territorio al que uno le confía su particular pursuit of happiness. Ahí va mi versión de 2021.