Caminando por la ribera del Guadalvacarejo esta tarde se me ha aparecido un verso como a esos hombre de los relatos antiguos a los que se les aparecía un dios cuando caminaban en la naturaleza. Este verso vivo se me manifestó a través del desmogue que un gran venado debió de perder hace unas semanas en el lugar donde han crecido unas azucenas silvestres. Es el último verso de la Noche oscura del alma, de San Juan De la Cruz: “entre las azucenas olvidado”, así estaba el desmogue. Tampoco es que sea un experto en flores, pero si no son azucenas, por favor dejadme en el engaño que quiero pensar que San Juan De la Cruz me habla con las cosas de la primavera.
Escritor. Autor de Playas (TF editores, 2004), Aventuras en Bodytown (Beascoa, 2017), Estaciones de regreso (Círculo de tiza, 2019), Los días perfectos (Libros del Asteroide, 2021)
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