Callejeando aleatoriamente por el barrio de Tolouse donde me quedo, me he encontrado una casita baja, bastante humilde, en una callejuela muy estrecha y muy poco concurrida. En la puerta estaba esta placa, solo en español. Ninguna asociación y ninguna institución se la atribuye. Cuesta creer que algún español pudiera algún día encontrársela de manera fortuita, en cierta manera me ha parecido que tenía pocas más posibilidades de ser leída que una carta arrojada al mar en una botella. Francia nos ha dado mucho a los españoles, pero me queda claro que nosotros le hemos pagado de vuelta con un gran capital humano, aunque solo sea por estos dos zapateros que les ayudaron a seguir caminando. Los zapatos nos permiten movernos por el mundo sin dolor, la libertad empieza por ahí.
Blog de Jacobo Bergareche 