Esta foto es mala porque no salté la valla para hacerla de frente. Es una pared de un edificio gótico derruido, a un lado hay un viñedo, y a través del hueco en ese arco se ven unos árboles. El campo bordelés es el jardín más bonito en el que he estado. Los organizadores de toda esta belleza deberían pensar en exterminar a todos los turistas que se aproximen con sandalias, camisetas sin manga y demás ropa con el que el turista atenta contra la experiencia estética del lugar bajo el pretexto de “estar cómodo y no pasar calor”. Para que la fantasía fuera completa, es decir, para que pudiera uno empezar a creer que está en una comedia romántica donde al final su cónyuge le volverá a amar, les pediría a los gendarmes que prohibieran la entrada de cualquier vehículo que no sea una bicicleta, una moto con sidecar, un dos caballos, un cuatro latas o cualquier descapotable de menos de 30 años.