
Emprendí mi viaje de penitente como un talibán de la dieta, hasta me di un nombre de batalla con el que me arengaba por la mañana, «acuérdate, ya no eres Jack, ahora eres el pirómano del sebo». Me prohibí el alcohol, los carbohidratos, cualquier cosa que no fuera proteína más allá del almuerzo, y cualquier proteína que no hubiera sido capturada en el mar. Ahora, tras 40 días, puedo decir que he evolucionado en mis posiciones, y a lo sumo soy un Erdogan de la dieta. Incluso he tenido algún momento de tolerancia interconfesional más propio del Papa Francisco, como con el pincho de Emyfa que me he zampado hoy. Eso sí, en presencia de mi mujer, sin esconderme para ello. Me lo he comido feliz porque hoy por fin he visto un progreso real y demostrable: he cabido en un pantalón en el que jamás cupe. Me lo regaló mi madre hace dos Navidades en Madrid, y cuando me lo fui a poner no cabía en él. No le dije que me lo cambiara por no soportar el chorreo, y frases tipo «que no te cabe esta talla, esto es peor de lo que pensaba». Hoy me he despertado con decisión, he escarbado en el fondo de armario, he encontrado el pantalón aún con la etiqueta del precio y me lo he probado con más dudas que la hermanastra de Cenicienta cuando le llegó el zapato de cristal. Y resulta que no, que soy la Cenicienta, que el pantalón me cabe perfectamente, sin efecto embutido. ¿Cómo no iba a permitirme una tortilla jugosa con cebolla caramelizada del EMYFA? Palos y zanahorias.
Algunas cosas que he aprendido en estos días:
1. SE TE NOTA EN EL PECHO
Me dicen que he adelgazado, que se me nota sobre todo en la zona del pecho. Esta observación tan rara me la han hecho dos personas ya, mujeres las dos. Quisiera aclararles que es la cintura lo que ha disminuido, no el pecho. Yo no tenía man-tits, ginecomastia o como quiera que le digan, son auténticos pectorales de forzudo natural. Pero algún efecto óptico debía causar la barriga que según ha ido reduciéndose, lo que algunas mujeres notan es que es mi pecho lo que ha cambiado. Asunto preocupante que me tiene hablando solo.
2. SAÑA RETROSPECTIVA
Me parece imprudente esa gente que se ceba en decirte lo gordo y lo absolutamente imposible que estabas. ¿Acaso no se dan cuenta de que con las barrigas ajenas, uno ha de portarse igual que con aquellas novias de amigos que nos espantan? No te cebes con ellas hasta estar seguro de que van a desaparecer para siempre de sus vidas. Siempre existe la posibilidad de que tu amigo vuelva con la novia espantosa, y tu amigo va a mirarte con cierta frialdad esquiva si te has ensañado demasiado en ese periodo de incertidumbre. Por las mismas, la barriga puede volver, de modo que no te pases diciéndole al colega el asco que te daba.
3. INVERSIÓN DE LAS CONDUCTAS
A partir de los 40 hay que invertir la manera en que uno tiene de ingresar y gastar: con el dinero debe hacer uno como con la comida, y con la comida, como con el dinero. Es decir, uno ha de gastar más calorías de las que ingresa, y paralelamente, ingresar más dinero del que uno gasta. Justo lo contrario que hice durante toda la década anterior. La inversión de ambas conductas de forma simultánea tiene efectos sinérgicos, sobre todo con la caballa a tres euros el kilo.
4. NO TE QUIERAS COMO ERES
Quiérete como eres: ése es el eslogan de la derrota. Sólo debes de quererte como eres cuando esté claro que no puedes ser de ninguna otra manera y no haya más remedio que aplicarse ese relato de las cosas para no amargarse. Internet está lleno de artículos de autoayuda pregonando la auto-aceptación. ¿Creéis que Aznar tendría ahora ese melenilla color caoba y esos abdominales si hubiera aceptado como era en 1996? ¿En qué andamio pasearía su panza Bustamante si se hubiera aceptado tal y como era?
Hace años estabas bastante motivado con el running, recuerdo que participabas en maratones incluso. Ánimo con ello!
Me gustaLe gusta a 1 persona