
Mi mesilla de noche es un gran baile de libros. Además he conseguido un efecto Netflix, abundancia de títulos, zapping constante y altas tasas de abandono. Le llega el turno de salir a la pista a Borja Ortiz de Gondra, con el que espero tomarme un arrocito para comentar la jugada. Acudo con ganas de vivir peligrosamente, como en sus obras de teatro.
Estoy acostumbrado a bailar con muertos, leo a muy pocos autores vivos, y raramente a alguno al que pueda llamar para que la lectura se convierta en una conversación que no sea conmigo mismo, tengo esa concepción escolar totalmente equivocada de la literatura, en la que uno empieza por el pasado y trata cada año de aproximarse al presente.
Conocí hace un par de años a Maxi Rey, un viejo profesor retirado que se peleó con los programas de estudios porque decía que la literatura había que enseñarla al revés, empezar por lo que se publicó ayer y recorrer el camino de vuelta hasta la Odisea. Los jóvenes entienden lo de hoy y para que quieran entender las jarchas, antes han de amar la literatura y para eso hay que darles los textos que les puedan ayudar a entender el mundo en que viven.