Ahí va un conocido poema de Edmund Spenser, el introductor del soneto en Inglaterra (s. XVI). Es un inglés algo antiguo, así que haré una traducción literal y chapucera, sin respetar el ritmo o la rima y sin intentar darle un regustillo arcaico, encuentro que cuando uno se pone a usar “mas” en vez de “pero» y a hablar de desaguisados y lisonjas, la cosa termina sonando falsa y mal. Para hacerse una idea, yo diría que este poeta les debe sonar a los ingleses como a nosotros Garcilaso (del que fue contemporáneo). Se admiten todo tipo de sugerencias para mejorar la traducción.
Me gusta mucho el poema, creo que es el más antiguo que conozco que describa ese gesto que hemos hecho tantos enamorados adolescentes: escribir en la arena de una playa el nombre de la persona amada, y ver cómo se lo lleva la marea o el viento. Me viene a la cabeza ese bolero que tan bien canta Bola de Nieve y que dice «si las olas del mar te dijeran, las veces que escrito tu nombre en la arena…»
En el soneto aparece una segunda voz, la de la amada, que le recuerda al poeta que su belleza y su vida se borrarán como ese nombre escrito en la arena, y Spencer con chulería bilbaína le dice que de ninguna manera, que sus versos preservarán su amor más allá de la muerte por la vía de la fama literaria, se entiende. Ofrece alguna pista este soneto de la razón por la que se escribe poesía, nos hace creer como dice Cernuda que “no es el amor quien muere, somos nosotros mismos.”
One day I wrote her name upon the strand,
but came the waves and washèd it away:
agayne I wrote it with a second hand,
but came the tyde, and made my paynes his pray.
Vayne man, sayd she, that doest in vaine assay,
a mortall thing so to immortalize,
for I my selve shall lyke to this decay,
and eek my name bee wypèd out lykewize.
Not so, (quod I) let baser things devize
to dy in dust, but you shall live by fame:
my verse your vertues rare shall eternize,
and in the hevens wryte your glorious name.
Where whenas death shall all the world subdew,
our love shall live, and later life renew.
Un día escribí su nombre sobre la playa
pero vinieron las olas y se lo llevaron,
de nuevo lo escribí, una segunda vez,
pero vino la marea, y de mis afanes hizo presa.
Hombre vano, dijo ella, que en vano tratas,
inmortalizar cosa mortal de esta manera,
pues yo, así mismo, decaeré,
y de esta forma también mi nombre será borrado.
No así (dije yo), dejemos que cosas más impuras se dispongan
a morir en el polvo, pero tú vivirás en la fama:
tus virtudes preciosas, hará mi verso eternas,
y en los cielos escribirá tu glorioso nombre.
Cuando la muerte a todo el mundo subyugue
nuestro amor vivirá, y cobrará vida de nuevo.