Desde esta ventana se ve muy bien el amanecer, así que duermo sin echar cortinas ni cerrar contraventanas para que me despierte el sol en cuanto asome. Llevo ya unos cuantos años haciendo la misma foto al día que llega, no me canso nunca de hacerla y de compararla con las demás. Hace un par de años recopilé unos cuantos amaneceres desde esta ventana e hice un collage enorme, se lo regalé a mis padres y a mi hermano. Lo encuentro muy útil para no olvidar que no hay dos días iguales, por mucho que a veces, especialmente en esta época, nos parezca que estamos atrapados en el mismo día, en la misma rueda. Me viene a la cabeza este poema de la gran Wislawa Szymborska:
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Nada sucede dos veces
ni va a suceder, por eso
sin experiencia nacemos,
sin rutina moriremos.
En esta escuela del mundo
ni siendo malos alumnos
repetiremos un año,
un invierno, un verano.
No es el mismo ningún día,
no hay dos noches parecidas,
igual mirada en los ojos,
dos besos que se repitan.
Ayer mientras que tu nombre
en voz alta pronunciaban
sentí como si una rosa
cayera por la ventana.
Ahora que estamos juntos,
vuelvo la cara hacia el muro.
¿Rosa? ¿Cómo es la rosa?
¿Como una flor o una piedra?
Dime por qué, mala hora,
con miedo inútil te mezclas.
Eres y por eso pasas.
Pasas, por eso eres bella.
Medio abrazados, sonrientes,
buscaremos la cordura,
aun siendo tan diferentes
cual dos gotas de agua pura.
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