El primer concierto al que fui en modo fan, sabiéndome todas las letras, los nombres de cada músico y totalmente disfrazado después de semanas decidiendo cómo iba ir vestido fue uno de The Damned. Guardo la entrada, que pegué sobre un vinilo. Tenía 14 años y era un miércoles de noviembre. Mi padre me dijo que me recogería a las 23:00 y ni un minuto más, fue una negociación muy dura, porque el concierto empezaba a las 22:30, pero al final acepté (era eso o nada) ir solo media hora. The Damned se debieron pelear, el guitarrista Brian James no apareció, vino otro tipo, todo empezó con gran retraso y cuando llegó mi padre, vestido de traje y corbata, los Damned estaban empezando a tocar la primera canción. Yo había logrado un look punk bastante creíble, había conseguido llegar a la primera fila de la pequeña sala Galileo donde los más punks se subían al escenario para stagediving sin que pareciera haber seguridad alguna. Mi padre me encontró y me dijo que nos íbamos. Fue mi momento de impostor absoluto, mi mayor terror era ser visto con mi padre de traje en aquel concierto.
CORTE A 29 AÑOS DESPUÉS:
Mi hija Pepa lleva un mes pensando en que se va a teñir el pelo de rosa y se va poner un look flúor para el concierto de Billie Eilish, su primer concierto en modo fan. Por supuesto cuenta con que yo le acompaño. En el estadio Wizink hay miles de adolescentes chillando, casi todos van con padres como yo que no entendemos nada ni sabemos a qué vamos. Se venden palomitas y refrescos, no se puede fumar en el recinto, una hilera de maromos protege el escenario.
CONCLUSIÓN: los padres de antes lo tenían más claro.