Últimamente me llegan mensajes de whatsapp, mandados indiscriminadamente, a veces de gente que apenas conozco, pidiéndome el boicot a los productos catalanes, donde me detallan las marcas que por el bien de los intereses de España no debería comprar. Quiero que por favor nadie me vuelva a mandar uno de estos mensajes. Y me gustaría pedir además una reflexión sobre esta estrategia de castigo, que a mi juicio es absolutamente injusta y contraproducente. El boicot a los productos catalanes contribuye a romper los lazos comerciales, que tristemente, es una de las cosas que nos mantienen unidos en estos tiempos, y romper esos lazos da argumentos a los separatistas en la medida en que dejamos de ser el mercado para los productos catalanes. Hagamos un cálculo más frío y no desincentivemos la dependencia de Cataluña al mercado interior español. Pero además ocurre que los que más van a sufrir con un boicot no son los empresarios ricos como los Carulla, que tienen su fortuna a buen recaudo, sino a sus trabajadores y proveedores, que es la gente humilde que primero padece los efectos económicos de un boicot y que a menudo ni son independentistas, ni están en otra lucha que no sea la de llegar a fin de mes.