El oficio del poeta

La poesía es la criatura más frágil del lenguaje. Basta leerla con un tono burlón para anular toda su capacidad de provocar algo más que hilaridad o vergüenza ajena. La sustancia con la que se hace la poesía es muy inestable, en su estado más puro pueden ser incendiaria y basta combinarla con determinados elementos para que se evapore de manera espontánea. La prospección de la materia de la que se extrae es complicada, solo aparece en forma de pequeñas pepitas entre gruesas vetas de grandilocuencia, cursilería y palabras huecas. La extracción conlleva grandes riesgos, debido a su neurotoxicidad: el oficio de poeta es más peligroso aún que el del percebeiro o el del minero de uranio, lo saben quienes tuvieron que cuidar de Leopoldo Panero o Hölderlin. El retorno de la inversión suele ser nulo. Por eso sólo está reservada a los valientes, a los locos y a los inútiles. 

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