Humillando en nombre del feminismo

Hace unos meses publiqué en Elle una columna titulada ¿Dónde están los hombres? Era una reflexión que hice después de impartir el enésimo curso de escritura al que solo asistieron mujeres. Me ocurre todo el rato, cursos, clubes de lectura, presentaciones: apenas se ve un hombre. Constato que les pasa a muchos otros escritores y escritoras. Me preocupa que mis congéneres piensen que la conversación en torno a la literatura no les incumbe. No hablo de literatura ligera, sino de aquella que aspira a interpelarnos sobre aquello que puede acontecernos: el amor, la paternidad, el duelo, la pertenencia, el deseo irreprimible o los miedos mal curados de la infancia. La literatura nos enseña a mirar dentro de nosotros, nos pone en la piel del prójimo, nos invita a entender sus motivos. Es decir, nos aproxima de una manera aficionada a ser psicólogos con los personajes y también con las personas que nos rodean, a las que comparamos con los personajes de las novelas muchas veces. Nos desciframos a nosotros mismos cuando nos vemos retratados en las miserias, anhelos y contradicciones de un personaje.  

Poco después de la publicación de esta columna recibí una invitación para participar en el Encuentro Internacional por la Coeducación, que organizaron el Ministerio de Igualdad junto al de Educación. Me propusieron acudir con mi hija Pepa, que es una estudiante de Psicología y Criminología de 19 años, para tener una conversación con ella en el escenario. Nos daban libertad para expresar nuestras ideas e impresiones en torno a la educación para la igualdad, y yo creí que pensar con mi hija en voz alta y frente al público sobre este tema sería una buena experiencia para ambos. La experiencia resultó una pesadilla.

Acudimos al Centro Niemeyer de Avilés donde tuvo lugar el encuentro sin certezas ni convicciones, mi hija y yo no militamos en nada, procuramos simplemente aportar ideas y dudas que nos parecía interesante exponer en ese foro. Le propuse a Pepa relacionar de alguna manera mi experiencia como escritor que asiste frustrado a la deserción del hombre de las actividades literarias, a la suya como estudiante una carrera donde los hombres hoy suponen solo el 20% del alumnado. En su curso, de hecho, solo hay tres chicos. ¿Habría quizás alguna relación en estas ausencias que ambos percibimos? ¿Tiene el hombre algún problema con la introspección y con la conversación sobre los sentimientos, que le aleja tanto de la conversación en torno literatura como de la psicología? La idea final que quise plantear es que la promoción del hábito de leer narrativa contemporánea, ayuda a desarrollar habilidades importantes –de alguna manera ligadas a la psicología– para que los jóvenes varones puedan entender mejor aspectos como el deseo femenino o las problemáticas de ciertas relaciones. En definitiva, que no se trata tanto de explicarle al hombre qué masculinidad es la deseable, si no de dar herramientas para poder ver y entender a una mujer, y a sí mismo. Pensaba que reivindicar la novela podía aportar algo valioso para la educación en la igualdad y quería poner ejemplos concretos de títulos y de conversaciones esclarecedoras que se pueden tener en torno a ellos.

Todo esto se truncó porque fuimos interrumpidos e increpados durante nuestra charla por una mujer vociferante que además era ponente y tenía un cargo público, y que venía con una claque de obedientes palmeros. Los ataques comenzaron cuando le pregunté a mi hija por qué pensaba que en psicología las mujeres están tan sobrerrepresentadas, algo que también pasa en medicina, trabajo social o educación infantil. Pepa dijo despreocupadamente que podría ser porque de manera ancestral las mujeres tenían una inclinación hacia roles de cuidado. Aquí se inició la gresca, oímos una voz desgarrada que chillaba “¡nos están asesinando!”. Pepa y yo nos quedamos descolocados, no entendíamos aún el porqué de ese grito. Más adelante nos harían saber que aquello que Pepa me había respondido era una provocación: expresar la idea de que las mujeres puedan tener una disposición biológica a roles de cuidado es anatema para quienes piensan que el cuidado es una imposición cultural del patriarcado. Para estas personas cualquier asociación de alguna característica biológica al género femenino, es poco menos que un intento de sometimiento. La ciencia, que es la que debiera dirimir cualquier polémica en torno a esta cuestión (de la que yo me considero completamente ignorante), solo es relevante para algunas en la medida en que desmienta la intuición expresada por mi hija, como comprobaríamos más adelante.

La siguiente declaración inaceptable de mi hija, que ya nos valió gritos histéricos de “fuera de aquí, este foro no es para vosotros”, fue cuando le pregunté porqué pensaba ella que los jóvenes de su edad eran cada vez más conservadores, según aseguran estudios y encuestas del CIS y la FAD. Pepa dijo que tenía la sensación de que en los últimos años el feminismo había perdido su foco, que es la lucha por la igualdad de la mujer, y se había enredado en otro tipo de debates como el de definir masculinidades alternativas y deseables, y decir a hombres y mujeres cómo debían ser. “¡Levantémonos y vayámonos todas, así terminan antes!” gritó esa tipa a la que no podíamos ver a través de los focos que iluminaban el escenario. Hubo aplausos a su propuesta y una sensación terrible de hostilidad.

Ya sabemos que los radicales de cualquier signo creen que su verdad les autoriza a silenciar a los demás y a interrumpirles cuando exponen ideas que no son las suyas. Mi hija, que jamás había estado en un escenario, estaba cada vez más tensa, las piernas empezaban a temblarle, algunas personas en el público trataban de amedrentarla para que callara ante la absoluta pasividad de la presentadora del acto, Luján Argüelles, que no hizo intervención alguna mientras se nos vituperaba. Cuando comprobé que mi hija ya se trababa hablando y que nuestra charla no iba a poder discurrir con normalidad, abrí el turno de preguntas para cerrar nuestra intervención. Solo un hombre alzó su mano para preguntar, dirigió su pregunta a Pepa, y comenzó diciendo “no quiero hacer mansplaining pero…” y acto seguido hizo exactamente lo que decía que no quería hacer, y le explicó a mi hija como algunos antropólogos que olvidó citar han descubierto que las mujeres también cazaban, y que no estaban en la cueva cuidando a los bebés, y que por tanto eso del rol del cuidado era un invento, y que qué tenía que decir ante eso. La claque le aplaudió con alegría, con eso ya le daban la última bofetada pública a mi hija y la callaban del todo.

Después intervino por fin Luján, le preguntó a Pepa su edad, y cuando se enteró de que tenía 19 años, ofreció entonces al pública la explicación de lo que pasaba: era una adolescente que aún no entendía nada, el producto de una educación sesgada, dijo. Sí, dijo eso. Añadió que se haría mayor y vería que ese “libro de la ley” que le han dado no es tal, y aprendería entonces a ver las cosas. Pepa se echó a llorar, nos levantamos y nos fuimos. Cuando la quise calmar me dijo que estaba llorando de rabia, no por la hooligan ni el mansplainer del final, si no por la humillación a la que le sometía la presentadora, que con toda la condescendencia del mundo, apaciguó al público presentándola como el deshecho de una educación sesgada, faltándole así al respeto no solo a Pepa, sino a todos los que hemos participado en su educación.

A la salida, muchas personas del Ministerio de Igualdad abrazaron a Pepa consternadas con lo que había pasado, ofreciendo cariño y disculpas que agradecimos mucho, pero sugiriendo que nos había faltado un poco de contexto. ¿Qué significa eso, me pregunto? Supongo que significa que a estos foros no se viene a pensar en alto sino a hablar con sumo cuidado de no cruzar las líneas que trazan los radicales. Y yo les diría para poner también las cosas en contexto, que personas como las que humillaron a mi hija en nombre del feminismo son precisamente las que hacen que el sentimiento antifeminista crezca preocupantemente entre los jóvenes, y aquellas que ponen en riesgo todo lo bueno que el feminismo ha logrado.

16 Comentarios

  1. Jacobo, adoro tus dos novelas. Acabo de leer por segunda vez, y subrayando algunos párrafos, «Las despedidas». Y he solicitado «Estaciones de regreso». Siento mucho lo que os ocurrió en Avilés. Es una falta de respeto absoluta esa manera de mostrar el desacuerdo. 

    Pero también he echado en falta en tu artículo un poco de autocrítica, por haber expuesto de esa manera a tu hija de 19 años. Tú la invitaste, tú pensaste en la temática y tú le lanzaste las preguntas en un foro que quizá no habías analizado previamente lo suficiente. (Revisión previa de programa y ponentes). 

    Ella no tiene tus herramientas para debatir y probablemente tampoco haya reflexionado tanto sobre algunas cuestiones como «dónde están los hombres«. De hecho, según la lectura de tu texto, me atrevo a sugerir que replicaba algunos argumentos de su padre. Por ejemplo: 

    Padre: «En definitiva, que no se trata tanto de explicarle al hombre qué masculinidad es la deseable…»

    Hija: «…el feminismo había perdido su foco … y se había enredado en … definir masculinidades alternativas y deseables, y decir a hombres y mujeres cómo debían ser»

    Respecto al tema de los cuidados… hay que tener en cuenta no solo el género, sino la clase social (tema que esbozas en LD). 

    «Quienes piensan que el cuidado es una imposición cultural del patriarcado» probablemente sean muchas de las personas que no han podido elegir y que no han contado con ayuda externa para desarrollar sus carreras profesionales. 

    ¿Recuerdas cuando Tim le pregunta a Diego cómo saber cuándo un champán es exquisito? Bueno, pues tu artículo, publicado sólo 4 días después del incidente, me sugiere la respuesta que Diego hubiera dado en ese barco, de no estar la mujer del iris heterocromo   socarronamente mirando, como diciendo “a ver cómo sales de esta”.

    Un abrazo enorme a hija y padre

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  2. Me enerva que los que van de “evolucionados”, no diré progre porque me tacharían de facha rancia, no tengan la más mínima noción de lo que significa, respeto, escucha y diálogo…

    Ánimo para Pepa y los que participaron en su educación

    Siento mucho el disgusto pero gracias por representar a una parte de personas a las que nos están intentando callar y arrinconar

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  3. Estimado señor Bergareche:
    No le conocía de nada. Y me da rabia, pues su artículo está muy bien escrito y con extraordinario criterio: le felicito.

    Un comentario anterior le reprocha que no debía exponer así a su hija. No, no, y no. La lección que ella ha recibido es formidable; y estoy convencido de que es la primera que está contenta de haber acudido a la reunión de marras. (Otra cosa es lo mal que lo haya pasado: pero no peor que usted. Aunque no hay mal por bien no venga: qué inopinada solidaridad entre padre e hija ante un ataque tan agrio y tan necio). Como dice Edu Galán en uno de sus libros, la juventud tiene acostumbrarse a oír cosas que no le gustan. Y su hija ha tenido una ración multiplicada por cien. La experiencia que ha acumulado como consecuencia del dislate de Avilés es extraordinaria. Por lo pronto, la próxima vez sabrá a qué atenderse (o decidirá no ir; o si va, lo hará con piel de elefante).
    Le reiteto mi solidaridad, mi felicitación y mi admiracion.

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  4. Siento intensamente vuestra aberrante experiencia. Me da vergüenza ajena. Ese tipo de personas no me representan. Ni a mí ni a la mayoría de mujeres. Un abrazo enorme para ti y sobre todo para tu hija Pepa. Lo has narrado tan bien en tu blog, que no consigo sacarme la pestaña del ojo…

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  5. Es una pena que esté tan arraigado ese feminismo mal entendido.

    De una parte está que la igualdad es igualdad y no pone a nadie por encima de nadie y ya desde ahí el feminismo que defienden personas radicales ya vamos mal.

    De otra parte está, el principal problema que ocasiona situaciones tan desagradables como la que habéis vivido. Hombres y mujeres tenemos por genética una parte femenina y otra masculina pues todos procedemos de un hombre y una mujer, es biología básica. Esa carga genética no solo afecta a lo físico, si no también a lo emocional y por tanto toda persona tiene ambas partes en su ser lo que ocurre es que unas personas desarrollan más las cualidades femeninas y otras las masculinas. La igualdad llegará cuando equilibramos todas las personas ambas energías.

    El gran fallo de las personas feministas radicales es que son darse cuenta y en nombre de un falso feminismo están machacando esa energía femenina , rechazándola, menospreciandola y adoptando roles de la energía masculina como si eso fuera mejor.

    El cuidado, la sensibilidad son energías femeninas, ni buenas ni malas , simplemente energías femeninas y hay que equilibrarlas, aceptarlas e integrarlas en nuestra ser, al igual que hay que hacer con las energías masculinas.

    A lo largo de la historia las energías masculinas y femeninas han estado muy desequilibradas, asociándose cada una de ellas con el sexo correspondiente, es parte de nuestro proceso como humanidad. Ahora en los tiempos que corren es el momento de equilibrarlas en mujeres y hombres. Supongo que esos radicalismos son parte del proceso hasta que lleguemos a un equilibrio.

    En mi humilde modo de ver personas como Pepa están mucho más cerca de ese equilibrio que las feministas radicales, pero para las personas que están en un extremo es muy difícil ver con perspectiva otras opiniones, otras visiones y solo ven como un ataque aquello que no es igual a su visión, es una pena.

    Un abrazo y ánimo para Pepa, va por buen camino y estoy de acuerdo en una cosa está influenciada por las personas que la han acompañado en su educación y crecimiento personal, lo que pasa es que lo en Avilés le dijeron como un ataque en realidad creo que es un gran alago, pues está claro que ha aprendido a pensar por ella misma y con una visión de la vida mucho más amplia que la gran masa.

    Una mujer en busca del equilibrio y la igualdad. No estáis solos

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  6. Me encantan tus libros y eres un tío muy majete. Pero no podemos descontextualizar tus opiniones o las de tu hija de tus circunstancias. Te has criado entre algodones. Hijo del ex presidente de Vocento, nieto del ex presidente del Real Madrid… hace unos meses nos enseñabas en Telva tu estupendo jardín, donde hacías de anfitrión para otros ´old money´ como Mariano Sigman.

    Naciste en Londres, donde tu padre trabajaba en un banco y tu madre, en la embajada. ¿Quién os cuidó a ti y a tus hermanos? ¿Tenía tu madre disposición biológica al rol del cuidado? ¿Os cuidó una nanny?

    Culpar al feminismo de la actitud grosera de una hooligan y crear una polémica fácil, publicando gracias a tu contactos un artículo con un titular tendencioso, SÍ que contribuye a hacer crecer el sentimiento antifeminista.

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    1. Es cierto que a veces es importante poner las cosas en contexto para entenderlas más profundamente. Pero creo que lo fundamental en este desagradable episodio no es el contexto que le parece importante a quien escribe arriba, sino otro.

      La persona vociferante no era una hooligan o cualquier exaltada y maleducada espectadora. Era la (también maleducada, de eso no cabe duda) asesora de coeducación de la Dirección General de Igualdad del Principado de Asturias y autora del plan de coeducación que está comenzando a implementarse en esa región. Aunque las instituciones superan a los individuos que forman parte de ellas, creo que no es ninguna tontería plantearse algunas cuestiones. Qué puede enseñar sobre coeducación una persona que demuestra no tener ni idea de lo que significa la práctica del respeto como principio de convivencia? Qué transmite una institución pública cuando tiene a un personaje así al frente de sus políticas de coeducación? Qué puede ocurrir para que un organismo público de igualdad y sus correspondientes responsables políticos, renuncien a adoptar una postura firme contra cualquier tipo de abuso o de actuación que atente contra la dignidad de las personas? Todo lo ocurrido, de ser como lo cuenta el señor Bergareche, tiene una trascendencia institucional, pública y política innegable.

      El feminismo institucional y el feminismo radical (el que va a la raíz de la desigualdades) han sido y son fundamentales en la consecución de la igualdad real entre mujeres y hombres. Pero este otro feminismo «fraudulento» (que alguien en otro comentario confunde con el feminismo radical), puede llegar a hacer mucho daño cuando se le da espacio en una institución pública. La principal crítica a este fraude de feministas, debe venir de dentro del propio movimiento.

      Yo creo que la intención de Bergareche publicando este post es manifestar su asombro al presenciar cómo es posible que, en nombre de una corriente de pensamiento totalmente alineada con los valores democráticos y de derechos humanos, como es el feminismo, se pueda caer en comportamientos tan contrarios a esos valores. Y de paso, lo que me parece muy humano y legítimo, pretende saldar cuentas con todas las personas responsables de lo que padecieron en ese acto público, ya que les fue imposible hacerlo en el momento.

      Aquí lo único que se puede y se debe hacer es mostrar empatía y solidaridad con quien ha sufrido una humillación pública, sin ningún paliativo.

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  7. (*) trabajaba en un banco del que tu familia ¿era accionista?…

    Jo… es que hablar de cuidados desde esa posición y decir que el feminismo le dice «a hombres y mujeres cómo debían ser» demuestra haber leído muy poca bibliografía feminista y poco sobre coeducación.

    Lo que no quita que las formas de algunas personas del público fueran bochornosas y que la organización debía haber intervenido antes para frenar esa absoluta falta de respeto.

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      1. El silogismo simple como contraargumento es muy débil.

        Lo que habría es que profundizar un poco en las dobles y triples jornadas de las mujeres, para quienes no es que el cuidado sea una «imposición cultural del patriarcado», sino que se está convirtiendo en un lujo

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  8. Que bochorno. Es intolerable que personas que representan a la administracion pública, en un acto público, actúen de una manera tan aberrante. La organización del Encuentro, debería disculparse públicamente y tomar las medidas oportunas para que actuaciones así no puedan volverse a repetir. Muchos ánimos a Pepa por su coraje y a ti (Jacobo) por compartir. Enhorabuena por tus publicaciones.

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  9. Intolerable y más viniendo de un empleado público y más siendo este una responsable de coeducación del Principado de Asturias.

    Y yo me pregunto, ¿sus jefes no saben que tipo de persona está al frente de los programas de coeducación? ¿Revisan esos jefes estos programas o cursos antes de establecerlos? Me da que no o… ¿quizás si?

    Sr. Jacobo, ven esta viña del señor, hay de todo, también esto que han padecido usted y su hija.

    Bueno es que se sepa.

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  10. Bochorno el que pasamos las que estábamos escuchando,yo estuve allí presente y si, la organización tenía que haber mediado antes y haber finalizado el diálogo pues fue un sin sentido.

    Es importante hacer un poco de autocrítica y ni tu ni tu hija os habíais preparado absolutamente nada, no se puede ir a un congreso a improvisar como fue el caso porque se vio claramente de que pie cojeáis. Por suerte, Pepa es jóven, le queda mucho que aprender,en tu caso lo que me parece más grave es que ni fueses capaz de echarle un capote y sacarla del atolladero en el que se estaba metiendo ella sólita, ¿miedo tal vez? No sé cuales fueron tus razones pero está claro que te faltó tiempo para venir después a tu blog a teclear…

    Lujan fue muy sensata con su comentario, sabes que tiene razón y eso es lo que te quema. No todo vale, no se puede permitir que vengan dos personas a un escenario a soltar barbaridades, opiniones sin fundamento y machistas, si no gusta pues ya sabes, háztelo mirar que es muy fácil acusar y echar balones fuera.

    Reitero, como espectadora fue bochornoso, estaba deseando que terminase y no me levanté por educación pero muchas personas fueron abandonando la sala durante la intervención, por otro lado, otras se quedaron pero estaban boquiabiertas y ofendidas por lo que estaba aconteciendo.

    Ahora que vengan las palmeras de Jacobo a responderme lo que quieran, yo no gano nada por expresar esta opinión, soy una mindundi,pero estaba allí y hay que ser justa y decir cómo fueron los hechos de verdad.

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    1. Soy una mindundi», ¡enhorabuena!, eso ya es un primer paso y está bien que lo reconozcas pues sin saberlo cumples con la inscripción del templo de Delfos: Conócete a ti mismo.

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      1. Así es, me conozco bien, sé que no tengo poder ni influencia ninguna en esta sociedad pero como espectadora puedo transmitir mi válida opinión.

        En cambio, otros con ese poder, esa influencia, esa significancia, no son capaces de hacer autocrítica a la hora de redactar sus textos ¡qué pena!

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  11. Pepa ha demostrado tener carácter y una personalidad propia pues no deja que las modas o tendencias cambiantes afecten a su punto de vista.

    Por otra parte, no sé qué tiene que ver que Jacobo haya nacido en Londres y proceda de una determinada familia para que exprese su opinión en materia de feminismo. Se habla aquí de pobres igual que de las mujeres, es decir, no hay pobres ni mujeres egoístas y malas personas.

    Hablando de pobres, les recomiendo mi primer libro de poesía que se titula Pobre, editado por Cuadernos del laberinto y que es un maravilloso milagro. Si ponen jeremías asensio pobre en google podrán leer el prólogo y algunos poemas por si les gustan y quieren comprar el libro y ayudar así a su pobre autor. Jacobo, creo que a tu hija le gustaría pues le hará reír y pensar.

    Un saludo.

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