Como dice el poeta Jenaro Talens, el azar nunca deja cabos sueltos. El 24 de octubre de 2012 fui a Austin invitado por Jenaro, a presentar en la Universidad de Texas una app de poesía que él editó y yo desarrollé con la empresa de tecnología que entonces trataba de sacar adelante. Yo no sabía ni que Austin existía antes de que Jenaro me la mencionara. Tras ese primer viaje trasladé la empresa a Austin y me quedé cuatro años allí. Al cabo de un tiempo la empresa cerró y la app de poesía desapareció con la quiebra del proveedor de servicios tecnológicos que mantenía los servidores. Llamé con bochorno y tristeza a Jenaro para decirle que nuestro trabajo se había volatilizado y poco después le perdí la pista.
Ese azar que no deja cabos sueltos ha querido que su antología poética (debe ser el único autor vivo que hay en la canónica colección Letras Hispánicas de Cátedra) se presente hoy en la Librería Alberti, la víspera en que yo presento allí mismo mi novela sobre ese Austin que gracias a él conocí. Un círculo que se cierra de esta curiosa manera, casi como empezó, con un encuentro ante una antología poética, aunque con nuestras vidas absolutamente transformadas: ahora él es padre de un niño de dos años y yo he abandonado cualquier pretensión de ser un empresario digital y soy padre de una novela.