Los miembros permanentes del consejo de seguridad de la ONU son las primeras potencias atómicas, las naciones que prevalecieron tras la Segunda Guerra Mundial. La bomba atómica les concedió ese puesto prevalente sobre todas las naciones. Es un criterio muy sencillo, son los países donde el máximo dirigente tiene a su alcance en todo momento un botón que les da la posibilidad de acabar con la civilización tal y como la conocemos. No hay un poder mayor, y sin embargo, es un poder que no puede ejercerse más que una vez, pues en el momento en que ese botón se apriete, todo habrá terminado.
En un universo paralelo, que quizás sólo exista en mi imaginación, hay otro consejo de seguridad donde los miembros permanentes son las naciones que poseen la mayor potencia poética, aquellos que han desarrollado un arsenal de poesía tan avanzado que les basta con exponer a cualquier individuo a tres o cuatro poemas perfectos para transformar definitivamente su sensibilidad, su manera de percibir la realidad y de estar en el mundo. En ese universo paralelo, hasta donde alcanza mi conocimiento de la poesía universal, Irán (Persia) es por derecho propio, la primera potencia mundial, y el indiscutible miembro permanente del consejo de seguridad mundial. A su cultura le bastarían las antiguas palabras de Rumi, Khayyam y Hafez para construir bombas capaces de transformar a millones de mentes con un solo ataque, y sin embargo, no satisfecho con todo ese arsenal, ha perfeccionado su tecnología hasta llegar a Forug Farrojzad, que es el arma definitiva para reducir a cualquier humano a su estado más vulnerable, hasta convertirlo en un ser separado de la masa, alienado de su bandera y de su tierra, completamente solo en un mundo que por fin le produce un asombro infinito, ávido de besos, de caricias, de vientos, espejos, jardines, estrellas y paisajes.
Forug murió con 32 años, pero le dio tiempo a dejarnos una peligrosísima colección de poesías, y esta breve película que aquí os comparto sobre la vida en una leprosería. La podéis ver sin miedo, no hay sordidez, solo una mirada capaz de revelarnos paz y belleza en donde los demás solo anticipamos el Horror. Basta verla una vez para entender que todos estamos atrapados, de alguna manera en una leprosería.