Si tuviera que mandar en una sonda espacial un mensaje a los extraterrestres para explicarles por qué merece la pena nuestra civilización, prescindiría de libros, cuadros o fórmulas matemáticas y solo les llevaría mi menú del Zapirain: foie, almejas, sopa de pescado, rodaballo y pastel de arroz, y de beber un Imperial. Y un holograma de Toti y Amaia para que les expliquen lo que están comiendo. Con eso bastaría para demostrar que todos los miles de millones de años que hemos necesitado para pasar de las bacterias al Homo sapiens han merecido la pena.